La enfermedad genera inflamación crónica en los pulmones y reduce el flujo de aire, haciendo que respirar sea cada vez más difícil.
La Enfermedad Pulmonar
Obstructiva Crónica (EPOC) afecta a millones de personas en todo el mundo, pero
sigue siendo desconocida o ignorada por muchos. Esta patología progresiva, que
empeora con el tiempo, afecta sustancialmente la calidad de vida y, en última
instancia, puede ser mortal. Aunque su principal causa es el tabaquismo,
también puede deberse a la exposición a contaminantes como humo industrial y
polvo, pero incluso para las personas que han dejado de fumar la enfermedad
puede seguir progresando, afectando el bienestar físico, mental y emocional, lo
que dificulta seguir con normalidad la vida cotidiana.
En el mundo de la EPOC, prevenir
el empeoramiento de los síntomas lo es todo. Cada brote o crisis de la
enfermedad puede provocar un daño permanente a los pulmones y a la función
pulmonar, originando crisis futuras más graves o frecuentes, lo que aumenta el
riesgo de muerte.
A nivel social, la falta de
visibilidad de esta enfermedad es un problema significativo. Las personas que
la padecen suelen experimentar aislamiento y poca comprensión por parte de la
sociedad, en parte debido al estigma asociado al tabaquismo. La fatiga
constante y la dificultad para respirar no son tan evidentes como una herida
visible, lo que lleva a subestimar lo difícil que es para estos pacientes
realizar actividades básicas como caminar, hablar o incluso dormir sin
interrupciones.
La EPOC sigue siendo una de las
principales causas de mortalidad a nivel mundial, lo que debería motivarnos a
tomar medidas preventivas y de concientización tanto a nivel personal como
social, impulsando políticas públicas que limiten el consumo de tabaco y
reduzcan la exposición a contaminantes. Crear conciencia sobre esta enfermedad
puede salvar vidas, reducir el sufrimiento de los pacientes y ayudarnos a
construir un entorno más saludable para todos.