El aumento de casos y la falta de acceso a tratamientos desafían la prevención y detección temprana en Chile y el mundo.
Cada 4 de febrero se conmemora el
Día Mundial contra el Cáncer, una fecha establecida por la Organización Mundial
de la Salud para sensibilizar sobre esta enfermedad y promover su prevención,
detección temprana y tratamiento. Según las proyecciones de la OMS, los casos
de cáncer aumentarán un 77% para 2050, alcanzando los 35 millones de
diagnósticos anuales. Actualmente, los tipos de cáncer más comunes en el mundo
son el de pulmón (2,5 millones de casos en 2022), mama (2,3 millones) y
colorrectal (1,9 millones).
En Chile, el cáncer es la primera
causa de muerte, con 54.227 nuevos casos registrados en 2020. Se estima que el
70% de la población ha tenido o tendrá un familiar con esta enfermedad, y el
50% de los chilenos podría desarrollarla en algún momento de su vida. Entre los
tipos más frecuentes en mujeres están el cáncer de mama, colorrectal y
pulmonar, mientras que en los hombres predominan el de próstata, colorrectal y
estómago.
A pesar de los avances médicos,
el acceso a tratamientos innovadores sigue siendo un desafío en Chile. Muchas
terapias avanzadas, como la inmunoterapia y la terapia con células CAR-T, aún
no están disponibles en el sistema público de salud, lo que limita las opciones
de tratamiento para pacientes con cánceres avanzados, además de su alto costo.
Esta situación refleja una brecha en la equidad sanitaria, donde la falta de
cobertura y el alto precio de los tratamientos dificultan la lucha contra la
enfermedad, a pesar de los esfuerzos de la comunidad médica y organizaciones de
pacientes.
La prevención sigue siendo clave
en la lucha contra el cáncer. La OMS y organizaciones como Chile sin Cáncer
recomiendan evitar el tabaco y el alcohol, mantener una alimentación saludable,
protegerse del sol, realizar actividad física y acceder a vacunas como la del
virus del papiloma humano (VPH) y la hepatitis B. Otra herramienta importante
en la detección temprana son los controles regulares de salud y la realización
de exámenes preventivos habituales, los que pueden marcar una diferencia
crucial en la supervivencia de los pacientes.