Las últimas cifras proporcionadas por la OMS muestran que desde hace 30 años la obesidad infantil se triplicó en todo el mundo y las estimaciones establecen que casi el 40% de las personas entre 5 y 18 años presentarían sobrepeso u obesidad, lo que generaría que en poco tiempo la obesidad tendrá una prevalencia mayor que el estado nutricional normal en este grupo de personas. En Chile el panorama se ha tornado bastante desalentador. Según estudios de la Junta de Auxilio Escolar y Becas JUNAEB, la obesidad infantil alcanza a uno de cada tres estudiantes, donde el 27% tiene sobrepeso y casi el 11% presenta una obesidad severa.

Frente a esta lamentable realidad, los especialistas explican que esta problemática debe considerarse más allá que el resultado de malos hábitos en la alimentación y debería ser tratada como una enfermedad en sí. La escasa actividad física, los estilos de vida sedentarios, los antecedentes familiares, los factores socioeconómicos y psicológicos marcan diversas pautas que podrían ayudarnos a revertir la preocupante situación de nuestras niñas, niños y jóvenes, los cuales están expuestos a desarrollar otras condiciones crónicas como diabetes, enfermedades cardiovasculares y resistencia a la insulina, entre otras.

¿Cómo podemos intervenir desde las familias para impulsar cambios concretos?

-          Hacer con anticipación un plan de alimentación balanceada que incluya proteínas, frutas, verduras y granos, limitando el consumo de carbohidratos, grasas y azúcares.

-          Poner especial atención a las porciones y a los horarios de las comidas.

-          Motivar a toda la familia a tomar agua en vez de bebidas azucaradas o jugos.

-          Fomentar la actividad física de manera natural: ayudar con los quehaceres del hogar, pasear a la mascota, realizar caminatas cortas por el barrio. En la medida de lo posible, también participar en talleres deportivos.

-          Procurar hábitos de sueño saludable, los cuales pueden disminuir la ansiedad y fomentar la correcta función metabólica.