La OMS indicó que, para 2050, se estima que la proporción de adultos mayores en el mundo se duplicará llegando a 22%, pasando de 900 millones durante 2015, a 2100 millones de personas.
Las recientes cifras de la
Organización Mundial de la Salud muestran que la población mundial envejece
rápidamente: en 2020, había en el mundo 1.000 millones de personas con 60 años
o más, pero esa cifra aumentará a 1.400 millones en 2030, lo que representa una
de cada seis personas en todo el mundo. La OMS detalla también que un 15% de
los adultos de 60 años o más sufren algún trastorno mental, siendo la soledad y
el aislamiento social los más grandes factores de riesgo en etapas posteriores
de la vida.
Las afecciones de salud mental
más frecuentes en los adultos mayores son la depresión y la ansiedad, las que
son determinadas no solo por el entorno físico y social, sino también por los
factores específicos relacionados con el envejecimiento, como la pérdida significativa
de la capacidad física y la disminución de la funcionalidad. También están más
expuestos a eventos adversos como el duelo, la jubilación y la enfermedad, lo
que puede afectar gravemente su bienestar psicoemocional.
Por otro lado, el aislamiento social
y la soledad son elementos de riesgo para padecer afecciones de salud mental en
etapas posteriores de la vida, así como el maltrato que incluye cualquier
tipo de abuso físico, verbal, psicológico, sexual o económico, además del abandono.
Un estudio de SENAMA mostró que 1 de cada 6 adultos mayores sufre malos tratos,
a menudo por sus propios cuidadores, generando graves consecuencias que pueden
conducir a la depresión y la ansiedad.
Las estrategias de promoción de
la salud mental de los adultos mayores deben estar centradas en impulsar el
envejecimiento saludable acercando a las personas a entornos sociales que
favorezcan su bienestar a pesar de las dificultades que cada uno pueda
enfrentar. Las actividades que ofrecen programas de salud como CEDIAM o MÁS
Adultos Mayores Autovalentes pueden mejorar considerablemente la actitud, la
satisfacción y la calidad de vida, además de contribuir notoriamente a mantener
la mente y el cuerpo activos.
Es esencial reconocer las señales
de alerta que nos indiquen que un adulto mayor tiene afectada su salud mental
para realizar las intervenciones necesarias que permitan abordar sus
necesidades de salud, cuidados personales y sociales, prestando atención a
posibles casos de demencia, Alzheimer o cualquier caso de maltrato, violencia o
abuso.