Ya sea como labor profesional o por pertenecer al entorno familiar, esta tarea supone desafíos muchas veces invisibilizados.
Cada 5 de noviembre se rinde
homenaje a aquellas personas que se dedican al cuidado de personas mayores o en
situación de dependencia por enfermedad o discapacidad, celebración que tiene
su origen en el año 2014 para reconocer la gran labor de brindar cuidados de
manera transitoria o definitiva a otras personas para satisfacer sus
necesidades básicas y mejorar su calidad de vida.
Desde los equipos de salud a
cargo de programas relacionados con cuidados y dependencia severa indican que
mayormente son las mujeres quienes asumen de manera desproporcionada e
invisible la responsabilidad de cuidar, a la vez que alertan sobre la falta de
apoyo y servicios para las familias cuidadoras, que habitualmente llega cuando
la familia está muy sobrecargada, expuesta a experimentar tensiones entre sus
miembros en distintas dimensiones, como en su salud física (agotamiento,
reactividad cardiovascular) y mental (ansiedad o depresión), o en sus
relaciones familiares e interpersonales (aislamiento) y en la estabilidad
económica (más gastos y menos ingresos por reducir o abandonar la dedicación
laboral).
Por eso el objetivo que mantienen
los profesionales que intervienen en estor programas es que a través de un
enfoque más integrador en las atenciones se pueda promover el cuidado
compartido y la comunicación abierta, fomentando un entorno más sostenible
donde pueda valorarse y gratificarse el compromiso, la solidaridad y el
crecimiento individual y familiar, acompañando a cada integrante en su propia
experiencia prestando atención a lo cotidiano con empatía.