El 70% de los 50 millones de personas con demencia padecen esta enfermedad.
La pérdida de movilidad, la disminución de la autovalencia y la aparición de diversas condiciones crónicas son consecuencias del envejecimiento y comienzan a manifestarse en personas mayores de 65 años, al igual que el deterioro cognitivo y sus efectos sobre la funcionalidad.
La pérdida de memoria de la edad avanzada es frecuente y puede confundirse en varios casos con la aparición de los síntomas de la demencia, sin embargo, hay factores claves que evidencian un deterioro mayor relacionado con signos claros de esta enfermedad. El olvido de eventos o conversaciones recientes, preguntar algo repetidamente, dificultad para expresar ideas, palabras o conceptos, desorientación en el tiempo y el espacio, alteraciones conductuales, entre otras, son algunos de los síntomas a los cuales se debe prestar atención.
A medida que la enfermedad progresa la persona desarrollará un grave deterioro de la memoria y perderá la capacidad para llevar a cabo las tareas cotidianas, perjudicando sustancialmente la funcionalidad y la autovalencia. En las etapas avanzadas de la enfermedad, las complicaciones derivadas de la pérdida grave de la función cerebral como la deshidratación o la desnutrición pueden provocar la muerte.
Hasta hoy no contamos con ningún tratamiento que cure la enfermedad de Alzheimer o que altere la evolución de la patología en el cerebro, sólo existen medicamentos que mejoran temporalmente los síntomas o retardan su progresión. También son fundamentales los programas de salud que ofrecen apoyo y orientación a los pacientes y sus cuidadores, permitiéndoles mejorar en alguna medida su calidad de vida.
Mantener una conversación con las personas mayores de la familia
es esencial para detectar síntomas oportunamente y comenzar un tratamiento
efectivo. Es muy importante plantear este espacio de conversación a tiempo pues
a medida que avanza la enfermedad se pierde lucidez con respecto a las ideas y decisiones,
aumenta la dificultad de expresión, el olvido y la irritabilidad.
Tener paciencia, repetir el mensaje, entablar diálogos cortos y
precisos, usar tono calmado y lenguaje no verbal, identificar con nombres al
círculo cercano, no dar órdenes ni expresarse negativamente, evitar las
discusiones y correcciones, son algunas de las recomendaciones que pueden facilitar el proceso de comunicación e interacción
social con sus familiares y cuidadores.