Cada día 4.000 personas en todo el mundo, entre ellas 1.100 jóvenes entre 15 a 24 años, se infectan con el VIH.
Las últimas cifras oficiales
muestran una disminución de nuevas infecciones debido a los efectos de la pandemia,
sin embargo, es la reducción más pequeña desde el 2016. Si continuamos con esta
tendencia podríamos tener más de un millón y medio de nuevos contagios para el
año 2025. Según expertos, la precaución y las medidas de autocuidado se han
visto amenazadas, sobre todo en la población juvenil, con una idea de “falsa
seguridad” ante los avances médicos, los tratamientos que mejoran el pronóstico
y la desinformación con respecto a las múltiples formas de contagio. Si este
discurso prevalece la enfermedad seguirá extendiéndose.
Aun cuando la principal causa de
contagio sobre los 13 años son las relaciones sexuales, las cuales son
iniciadas a temprana edad, también hay riesgo en compartir agujas o jeringas para
el consumo de drogas, tatuajes o perforaciones, en relaciones sexuales orales, en
el deficiente cuidado en el contacto con lesiones abiertas en la piel, entre
otras. Por otro lado, estudios llevados a cabo en la región indican que más del
60% de las mujeres y el 70% de los hombres jóvenes entre 15 y 24 años nunca se
han hecho una prueba del VIH bajo la premisa de que es muy improbable entrar en
contacto con el virus, aun cuando gran parte de esta población ha practicado
sexo sin protección en algún momento de su vida.
Realizar las pruebas de diagnóstico
de enfermedades de transmisión sexual regularmente es fundamental para frenar la
expansión y el número de contagios posibles, pues con un diagnóstico precoz se
puede comenzar un tratamiento contra el virus, el cual evita la transmisión a
otras personas. Si el virus está controlado, ya no puede transmitirse a otros. Esta
es la forma en que podemos colaborar responsablemente al avance del VIH, un
problema de salud mundial para el cual aún no conocemos la cura.