Las marchas buscan empoderar a todas las minorías para reivindicar sus derechos y libertades. 

Cada 28 de junio la comunidad LGBTQI+ (lesbiana, gay, bisexual, transexual, queer, intersexual y más) celebra el “Día del Orgullo” conmemorando los enfrentamientos del año 1969 con la policía de Nueva York en Stonewall y la serie de abusos cometidos en ese espacio de resistencia política hacia la comunidad LGBTQI+, que buscaban la libertad, la igualdad de derechos y el trato digno. 

Un año después de la agresión en Stonewall, varios grupos de esta comunidad se hicieron presentes para rechazar los actos de violencia ocurridos, y luego, año tras año, las marchas se fueron realizando en otras partes de Estados Unidos y poco después en todo el mundo por los diferentes colectivos locales. 

Hoy en día aún hay 70 países que consideran que la homosexualidad es ilegal y la violencia basada en orientación sexual e identidad de género es muy frecuente en distintos círculos y ambientes de la sociedad. Solo el 24% de los países de América Latina reconoce el matrimonio entre personas del mismo sexo, el 67% todavía no tiene una ley que prohíba la discriminación contra las personas LGBTQI+ y el 64% no cuenta con legislación sobre identidad de género.  

La visibilidad de esta comunidad que ha luchado para superar los prejuicios y ha levantado una serie de demandas en pro de ser aceptados por quienes son, ha ido tomando fuerza a través de la historia y aun cuando es común para las personas LGBTQI+ enfrentar situaciones de discriminación por su orientación sexual o identidad de género en el trabajo, las escuelas y centros de educación profesional, algo está cambiando y existen cada vez más iniciativas inclusivas en términos de políticas públicas y privadas, las cuales deben promover e impulsar el logro de más protecciones legales para estas minorías, observando las brechas y los efectos sociales, humanos y culturales de una sociedad que ya no está en condiciones de separar, dividir o discriminar.