La OMS la sitúa como la cuarta enfermedad más importante en el mundo, afectando a más de 500 millones de personas.
La llegada de la primavera se
hace evidente con el aumento de los días cálidos y las temperaturas agradables
que permiten disfrutar más tiempo al aire libre. Sin embargo, para muchas
personas el comienzo de esta estación da la bienvenida a los molestos síntomas
de las alergias estacionales y sus efectos sobre el organismo.
La floración, el aumento de
ácaros y el incremento de los niveles de polen, intensifican la carga de
alérgenos en el aire lo que desencadena una respuesta exacerbada en algunos
sistemas inmunes, provocando picazón ocular y nasal, ojos rojos, lagrimeo,
estornudos, molestias en la garganta, asma, mucosidad fluida y congestión nasal
no asociada a otros cuadros respiratorios más graves.
La necesidad de aliviar estos
incómodos síntomas aumenta considerablemente el consumo de medicamentos
utilizados para inhibir o bloquear la histamina (antihistamínicos), molécula
responsable de las reacciones de hipersensibilidad inmediata y alérgica. No
obstante, los especialistas recomiendan no recurrir a la automedicación sin
antes consultar con un médico que pueda diagnosticar el caso específico e
indicar el fármaco adecuado para cada necesidad, ya que el uso indebido o el
abuso de ellos podría acarrear grandes riesgos si se combinan con otros
tratamientos o se administran a personas con enfermedades crónicas.
Tanto los de primera generación
(clorfenamina, difenhidramina, etc) como los de segunda generación
(desloratadina, loratadina o fexofenadina) poseen efectos colaterales asociados
a la somnolencia, dolores de cabeza, taquicardias, dificultades a la vista,
disminución de la concentración, temblores y trastornos digestivos, presentando
incluso convulsiones en casos más graves. Es así como los pacientes con
diabetes, epilepsia, problemas a la próstata, hipertensión, glaucoma,
cardiopatías, problemas a la tiroides o aquellos que consuman fármacos que se
metabolicen en el hígado, deben tener especial precaución con la interacción de
los antialérgicos y los medicamentos utilizados para el control de estas
patologías.