La protección debe realizarse desde el nacimiento y continuar toda la vida por los efectos acumulativos
Con la llegada del verano las personas estamos más expuestas al sol y es fundamental tomar ciertas precauciones para proteger nuestro cuerpo de las radiaciones ultravioletas y evitar graves daños en la piel y en ciertos órganos.
Las altas temperaturas pueden provocar la deshidratación del organismo y de la piel, por lo que es muy importante la higiene y la aplicación de lociones para su cuidado externo. Por otra parte, el cuerpo responde al calor con la transpiración y el exceso de humedad favorece las infecciones y las dermatitis en las zonas donde hay pliegues.
Otra situación frecuente causada por el sol, las altas temperaturas, la sequedad del ambiente o el cloro de las piscinas puede afectar la salud de los ojos, por eso debemos extremar precauciones y adoptar las medidas de protección adecuadas. Irritación, procesos inflamatorios, conjuntivitis y ojos secos pueden evitarse resguardando la vista y el rostro frente a la radiación, los químicos y los ambientes poco húmedos.
Si piensas disfrutar del aire libre en actividades turísticas, paseos o vacaciones te recomendamos:
- No se exponga al sol entre las 10 y las 17 horas.
- Use protector solar FPS 30 como mínimo según su tipo de piel, incluso los días nublados, y aplíquelo 30 minutos antes de exponerse al sol. Los niños y bebés necesitan mayor protección.
- Protéjase con sombrero, vísceras, ropa y anteojos adecuados.
- Los menores de 6 meses no deben exponerse al sol directo y no debe utilizarse en ellos filtros solares.
- En caso de detectar cambios en la piel, se recomienda realizar un control para la detección temprana de lesiones.